viernes, 24 de noviembre de 2017

El demonio de las armas- Mujer letal


Durante su etapa como crítico cinematográfico, el cineasta Paul Schrader publicó en la revista "Film Comment" un excelente ensayo sobre el cine negro americano. Decía:"El noir fue un período intensamente creativo, quizás el más creativo de la historia de Hollywood, si valoramos esas creatividad no por sus cimas sino por su nivel artístico medio. Selectivo y caprichoso, el noir es probablemente una cine mejor elaborado que las comedias silentes, las comedias o los westerns. Por ejemplo, las películas negras B de Joseph H. Lewis son mucho mejores que sus westerns".  No le falta razón. Películas como 'Relato criminal', 'Agente especial' y 'El demonio de las armas' permitió a Joseph H. Lewis dar rienda suelta a su creatividad. En concreto con 'El demonio de las armas', Lewis nos muestra a dos personajes que surgen de la parte más negra de la sociedad. Esta historia de Romeo y Julieta como ladrones armados hizo ostentación de los tabúes de Hollywood y casi 20 años antes de que 'Bonnie & Clyde' (1967) produjera un cambio sorprendente en el cine americano, 'El demonio de las armas' ya estaba alli. Fue una película muy poco vista durante décadas hasta que su redescubrimiento la convirtió en una de las grandes películas de culto del género.

El fascinante poder de 'El demonio de las armas' radica en gran medida en su trama: el amor de dos criminales marginados debido a su pasión destructiva por las armas de fuego. A eso hay que unirle la puesta en escena, narrativa, montaje y esa creatividad comentada que aporta Joseph H. Lewis a la película. Lewis se forjó durante los años 40 en Columbia. A pesar de las buenas relaciones comn Harry Cohn, dejó el estudio. En 1949 realizó 'El demonio de las armas' bajo una productora independiente que estaba dirigida por dos ex gángsters: los hermanos Maurice y Frank King. Tenían una fortuna acumulada y decidieron invertirla en películas de gángsters como 'Dillinger' (1945) y 'The Gangster' (1947). Su proyecto más ambicioso era 'El demonio de las armas', en la cual invirtieron 500 000 dólares. Fue distribuida por United Artist pero MGM se ofreció a comprar la película por 1 millón $ a cambio de que el nombre de los hermanos no figuraran en los créditos. Lo rechazaron. Fue estrenada en 1950 bajo el primer título original de 'Deadly is the female'. Fue un fracaso. Meses después se reestrenó con su título original definitivo: 'Gun Crazy'. Un nuevo fracaso. Pero como ha pasado con tantas otras películas que fueron un fracaso, los años han acabado por situar a 'El demonio de las armas' como una de las películas más notables de aquellos años.

Con 'El demonio de las armas', Joseph H. Lewis da rienda suelta a su deseo de experimentar y en controlar todos los aspectos creativos incluido el guión, el cual estaba escrito originalmente por MacKinlay Kantor (autor de la historia corta) y Millard Kaufman (seudónimo de Dalton Trumbo), que escribieron un primer borrador de 500 páginas que Lewis finalmente redujo a 125 páginas. La extraordinaria sensación de velocidad propocionada por la narración o sea, su ritmo, se explica por la necesidad de Lewis de cortar escenas o tratarlas con elipsis con un montaje que saber condesar la narrativa y saca a relucir la puesta en escena. Es esa habilidad de aquellos directores de realizar películas rápidas, efectivas y contando lo apropiado juntando los limitados recursos que tenían con su gran ingenio e inventiva. Pero 'El demonio de las armas' no puede reducirse a la puesta de escena de Lewis. La película nos sitúa a un hombre y una mujer en un momento bajo de sus vidas. John Dall da vida a Bart Tare, un veterano tímido y algo perturbado de la Segunda Guerra Mundial que tiene fijación por las armas de fuego. En una feria se encuentra a su alma gemela encarnada en Annie Laurie Starr (Peggy Cummins), una tiradora que maneja las armas de fuego en un espectáculo y que encandila a Bart. Más allá de su atracción física, tanto Bart como Annie están obsesionados con las armas de fuego. Se embarcan en una ola de crímenes con ella como cerebro y él como tirador. Es un dúo sociópata inusual en una película de los años 40. Al igual que Bonnie y Clyde, viajan por todo el país ejecutando robos a mano armada y su relación es perversamente fascinante.

Con estas películas sobre criminales, los directores también tuvieron que lidiar con la censura y el Código Hays. Muchos de esos robos se describen por partes y otras escenas tuvieron que ser sugeridas, como la famosa foto que encabeza este artículo donde Bart agarra a Laurie (envuelta en su impermeable como una diosa moderna, gafas negras y boina en la cabeza) para evitar que vacíe su cargador sobre los desafortunados peatones.  Esa imagen emblemática ilustra perfectamente la confusión que existe entre su pasión carnal y su pasión por las armas de fuego. Pero también es la inversión de los roles sexuales. La agresividad y determinación de Annie van en contra de la pasividad e indecisión de Bart. Para encarnar a estos dos personajes, previamente Lewis habia pensando en Veronica Lake. Pero en su lugar fue la joven actriz británica Peggy Cummins, a quien le debemos la idea de la icónica boina y que tomó prestada Faye Dunaway en un interpretación de Bonnie Parker en 'Bonnie & Clyde'. John Dall había tenido anteriormente un papel destacado en 'La soga' y Lewis convirtió sus defectos actorales en ventaja para realizar 'El demonio de las armas'.
Otra de las grandes cualidades de 'El demonio de las armas' es su estética, de corte semidocumental y filmada en un escenario natural que sigue los preceptos emitidos por el neorrealismo como en otras películas de aquellos años como 'La ciudad desnuda' (1948) y 'Yo creo en ti' (1948). En Lewis no es tanto el realismo, más bien la eficiencia, de modo que dos de las escenas más representativas de la película convocan dos estilos radicalmente diferentes. La secuencia del atraco es de un enfoque documental cuyo propósito es poner al espectador en el asiento trasero del coche para que sea testigo de los hechos. En lugar de bloquear las calles para rodar la secuencia del robo, Lewis les dijo a Dall y Cummins que buscaran el mejor sitio para aparcar y que improvisaran su diálogo. En cuanto a la escena final de la huída a través de las marismas nos muestra a los dos amantes huyendo en unos planos donde solo se ve la vegetación casi fundida en un fondo blanco y neblinoso. A es ayuda la fotografía de Russell Harlan desde un claroscuro muy pictórico a una luz cruda, sin efecto.

De las tres grandes películas de cine clásico sobre parejas criminales: 'Solo se vive una vez' (1937), 'Los amantes de la noche' (1949) y 'El demonio de las armas' (1950), ha sido la obra de Joseph H. Lewis la más influyente en secuelas modernas como 'Bonnie & Clyde' (1967), 'Malas tierra' (1974) y más recientemente 'Amor a quemarropa (1992) y 'Asesinos natos' (1994). Y es que a través de su ritmo narrativo, la violencia de sus pasiones, su realismo, belleza plástica, inventiva y creatividad, 'El demonio de las armas' encarnaba el prototipo más esencial de como hacer un noir de serie B, de como con pocos recursos se podía realizar una película tan magnífica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los asesinos de la luna - Nación de codicia, avaricia y violencia

  1921. Tulsa, Oklahoma. Un incidente entre un limpiabotas negro y una chica blanca desemboca en una batalla campal como más de 400 muertos,...